miércoles, febrero 08, 2017

¿El paradigma de la movilidad se mueve a pedales?

El concepto de movilidad segura y sostenible se está utilizando en infinidad de ámbitos y eso se debe a la propia transversalidad de la movilidad; se pone aún más de manifiesto en las grandes urbes y sus cinturones metropolitanos que, a la postre, son aquellos lugares donde la demografía oscila al ritmo del trabajo, de fábricas y polígonos y de los diferentes servicios. Un bucle sin fin (al menos aparentemente) porque a mayor población se incrementa la necesidad de servicios y aumentan las necesidades que se han de cubrir; y todo ello, a su vez, en estrecha relación con la movilidad.

En el pasado mes de enero se ha generado un debate alrededor de la bicicleta como vehículo que, sin duda, aporta y genera beneficios sociales, de salud pública y que contribuye a la consecución de una movilidad más racional, en la misma medida que los peatones y el transporte público de viajeros.
Pero el debate no se circunscribe a estos preceptos citados: el beneficio que puede aportar o que realmente aporta el uso de la bicicleta, el debate se centra en su regulación.

La propuesta de Tomás Santacecilia, director de Seguridad Vial del RACE, gira sobre el permiso de conducción para ciclistas (autorización) y la necesidad de un seguro obligatorio, entre otras cuestiones. No es otra cosa que poner sobre el tapete la regulación del uso de este tipo de vehículos.

Por otro lado, Ramón Ledesma, ex subdirector general de ordenación normativa de la DGT y actual asesor de PONS Seguridad Vial y uno de los co-creadores del permiso por puntos en nuestro país, se muestra en contra de esta medida porque ve en ella una propuesta que no reducirá la siniestralidad.

Finalmente, Manuel Martín, director técnico de Conbici, califica la propuesta de “lamentable”, cuya finalidad es mermar la utilización de la bicicleta.

Imagino que en este, como en otros debates polarizados, habrá defensores y detractores de cada una de las posturas, una cuestión que, desde mi punto de vista, menoscaba el debate central y al que la sociedad debe hacer frente. Es obvio que la movilidad en el siglo XXI, concretamente en las zonas metropolitanas tal como hemos mencionado anteriormente, es un concepto en continua evolución y así figura en la historia: a medida que crece, se hace más plural, es más compleja y entran en juego muchos y diversos intereses.

Que el uso de la bicicleta se debe potenciar es tan evidente como el hecho de impulsar el desplazamiento a pie por nuestras ciudades. Que debemos ser cuidadosos con el diseño urbanístico y pensar más en los usuarios vulnerables es una cuestión que está fuera de discusiones vanas. A mi parecer, el discurso importe debe ser cuál es la forma de implementar todo esto y no centrarlo en la bicicleta.

Pero pensar que se puede hacer todo sin regular derechos y obligaciones de los usuarios es un pensamiento utópico. Desconozco si la solución es un carné de ciclista, lo que sí que sé es que un porcentaje muy elevado de los ciclistas son conductores (disponen ya del permiso de conducir) o usuarios de transporte público, y el 100% de ellos son peatones. Además sabemos que la vía pública es un escenario a compartir y eso nos lleva a una responsabilidad compartida más allá de la normativa que se imponga. Es un concepto tan antiguo como el de aprender a convivir.

Sabemos que las sociedades funcionan con normas, tanto formales como informales (y tanto o más importantes éstas que las primeras), lo que es indudable es que las sociedades se caracterizan por el uso diario y cotidiano de preceptos. Por este motivo el debate que debemos plantear, desde la objetividad y el sentido común, es de qué manera y qué herramientas utilizamos para conseguir una movilidad segura y sostenible. Si nos centramos únicamente en la bicicleta, con la regulación o no de su uso (que en parte ya está claramente regulado), conseguiremos lo mismo que si la obviamos.

La aparición del carné por puntos pretendía ofrecer un saldo de puntos a la autorización de conducir; ese saldo, en función de la detracción de los puntos, determinaría la necesidad de recuperarlos en base a cursos de formación y concienciación. En el caso de la pérdida total de puntos se obtenía un nuevo permiso bajo unas condiciones concretas de tiempo y formación.

Esa medida coercitiva ha ido funcionando como sucede con la mayoría de medidas de este tipo, por ejemplo, las multas. La reflexión que me crea es si únicamente conseguimos cambiar las actitudes con el uso de medidas represivas cuyo efecto sería meramente temporal. La solución está en la concienciación de las personas que, de una forma u otra, actúan en el tráfico: peatones, conductores de turismos y otros vehículos automóviles, bicicletas y otros vehículos que están presentes en nuestras calles.

Creo que la movilidad debe ser tratada de forma activa (realizando formación expresa) o pasiva (a través de la educación vial en edades tempranas y a lo largo de la vida), también el respeto a las normas, la colaboración, la empatía entre usuarios, en definitiva, lo que supone la convivencia vial. Únicamente desde esta visión, si se me permite llamarla holística, se podrá afrontar el problema y conseguir esa tan deseada movilidad segura y sostenible.

Que la bicicleta es generadora de beneficios es algo que nadie duda, el caminar también lo es (conviene recordar que el desplazamiento más habitual en las ciudades no llega a dos kilómetros). El transporte público, a su vez, es piedra angular en nuestra sociedad y el turismo y la motocicleta, junto con el resto de vehículos, no van a desaparecer. Solo nos queda una salida: utilizar el sentido común, tener conciencia del cambio de paradigma que se está dando y respetarse mutuamente.
Como dijo en uno de sus discursos Ortega y Gasset: “es un problema indisoluble”, no nos queda otra que aprender a convivir.

Manuel Nogales Romero


Referencias:

¿El paradigma de la movilidad se mueve a pedales? Revista Travesía 

El RACE pide un carné por puntos para los ciclistas y matricular bicis. Manuel Vilaserá 05/01/17 El Periódico.

Ciclistas con permisos de conducir por puntos y seguro obligatorio a examen. ¿Por qué sí y por qué no? Josep Camós 11/01/17 Motorpasión