La formación de los conductores
es una de las piedras angulares de la seguridad vial. Hoy en día no se
cuestiona que los conductores no solo deben poseer habilidades, sino también
conocimientos y actitudes para afrontar el hecho de conducir de una forma
segura. Y tampoco se pone en duda que estos conocimientos, actitudes y
habilidades deben perdurar en el tiempo mientras las personas actúen como
conductores.
Por este motivo, la formación es
vital para conseguir estos objetivos, un sistema de formación que cubra todas
las necesidades y todas las etapas del aprendizaje del conductor. Este sistema
formativo ha de ser integral, que cubra de la formación teórica a la práctica y
llegue a la evaluación, y donde el papel que juegue cada uno de los actores
(alumnos, formadores, examinadores, directores, propietarios de autoescuelas y
administración) sea primordial para conseguir su buen funcionamiento y
desarrollo.
La propia UE, a través del
dictamen del Comité Económico y Social Europeo publicado en 2011 Hacia un espacio europeo de seguridad vial:
Orientaciones estratégicas para la seguridad vial hasta 2020, en sus conclusiones
y recomendaciones hace diferentes alusiones a la formación. En su punto 1.2.4
reconoce que la década pasada se insistió de modo especial en el cumplimiento
de la norma más que en la educación y formación de todos los usuarios de las carreteras.
O lo expuesto en el punto 1.5.5 donde nos recomienda prestar más atención a una
educación y formación diferenciadas para todos los usuarios de las carreteras,
en especial a jóvenes y las personas mayores.
A su vez, el CESE recomienda para
la próxima década que la política se centre en una diferenciación de la
educación, la formación y la evolución mediante un examen de todos los usuarios
de la carretera, en particular los "grupos de riesgo": jóvenes,
personas mayores y usuarios vulnerables (motoristas, ciclistas y peatones)
(3.11).
Y, por último, en relación al
punto 4.2 del documento, donde se habla de la eficiencia de la política de la
UE a la hora de modificar el comportamiento de los usuarios de la carretera en
los últimos diez años, el CESE entiende que no ha tenido éxito por motivos
relacionados con la subsidiariedad y la ausencia de un sistema de seguimiento.
La formación y la educación continua son los medios más importantes de influir
de manera positiva en el comportamiento, en particular en el de los jóvenes y
los usuarios mayores. Concluyendo que los estados miembros han utilizado estas
medidas de forma distintas y, en ocasiones, inadecuadas.
Está claro que el camino que nos
marcan nos llevará a obtener buenos resultados para disminuir la mortalidad y
morbilidad en las carreteras de las ciudades europeas; a su vez, debemos comprometernos y trabajar sin desmayo
en pro de conseguir buenos programas de formación y concienciación donde alumnos,
formadores, examinadores, directores y/o propietarios junto con la
administración, tal como hemos aludido anteriormente, vayan en la misma
dirección y con esfuerzos renovados.
Estamos en 2014, llevamos cuatro
años del nuevo decenio y no hemos avanzado mucho, no hemos ido más allá de la aplicación de una Directiva,
la 2006/126/CE, que el pasado año tenía la fecha límite de transposición a las
legislaciones de los países miembros ya que España junto con Eslovenia fueron
los primeros en transponer en 2009. En nuestro país a través del RD 818/2009 y
aunque deja claro cuál es el sistema a seguir para la obtención de los permisos
de conducción, cada país dentro de ese marco ha regulado un sistema diferente: desde
la obligatoriedad de asistir a un curso teórico de 14 sesiones además de
realizar un examen como es el caso de Alemania; a poder presentarte por libre o
sin asistir a la autoescuela como es el caso de España; o la obligatoriedad de
realizar 12 clases prácticas mínimas obligatorias de las cuales 5 serán en
carretera, 4 en autopistas y 3 al amanecer o anochecer; como la ausencia de un
número mínimo de clases prácticas en España… lo paradójico de todo esto es que
ambos países cumplen con la normativa europea.
El sistema Español, además de las
diferencias que se han expuesto en comparación con Alemania, tiene aspectos positivos
como el conjunto de profesionales que lo forman. Por un lado, el cuerpo de
examinadores, técnicos de la DGT con una amplia experiencia y, por otro, formadores viales, las personas encargadas de
formar y educar día a día a los alumnos. Y tratamos a ambos sectores en
conjunto porque son dos elementos del mismo sistema: el sistema de formación.
Los objetivos generales, los
específicos, las tareas, los contenidos, las competencias, los materiales, es
decir, todas las piezas que forman el
proceso de formación estaría incompleto sin la evaluación. Una evaluación no
solo es una "vara de medir", es mucho más, es lo que sirve para
retroalimentar el sistema, de lo que se nutre todo el engranaje de la formación
para que funcione y se ajuste continuamente.
En esta jornada tenemos un
problema y es la limitación de tiempo; los temas interesantes a tratar son
numerosos y por esta razón queremos plantear esta jornada como un ágora donde
las ideas y opiniones fluyan en todas las direcciones, el objetivo es debatir sobre
el sistema de enseñanza y aportar mejoras… todo un reto que esperemos
conseguir.