martes, abril 10, 2018

30 víctimas y un elefante

En los últimos cinco años, a excepción de 2013 en el que se alcanzó la cifra más baja de víctimas de accidente de tráfico en Semana Santa con 24 fallecidos, la oscilación de accidentes y víctimas constata un estancamiento, con cierta inclinación al retroceso, en relación a la mejora de la accidentabilidad en nuestro país.

Hemos entrado en un ciclo en el que debemos analizar no únicamente lo que ocurre en nuestras carreteras con nuestros conductores, sino que además debemos observarlo con perspectiva y ojo crítico para encontrar el camino correcto y seguir la tendencia que nos ha acompañado durante décadas en la reducción de los accidentes, buscando con ahínco el riesgo 0. No acepto la explicación de encontrarnos próximos al “suelo” en el descenso de la accidentabilidad, ni tampoco que su desaparición es poco menos que utópica, como no me consuela la frase “cualquier tiempo pasado fue peor” a modo de complaciente conformismo.


A pesar de que el incremento de los desplazamientos influye en la accidentabilidad, así como el estado de las carreteras (necesitadas de una gran inversión) o del parque móvil, que está cada día más envejecido, no debemos olvidar que existen cuestiones mucho más profundas que están relacionadas con el factor humano.


Durante esta Semana Santa, de los 30 fallecidos a causa de accidentes de tráfico, 13 fueron por salida de la vía, lo que supone un escandaloso 43% que suscita la siguiente pregunta: ¿cuál es el nivel de atención que prestamos en nuestra conducción?
Sabemos que la salida de la vía es un cajón de sastre que suele contener diversos factores, pero no cabe duda que la distracción como único factor responsable o como factor concurrente, tiene mucho que ver.


Bajar la guardia durante la conducción es uno de los elementos detonantes del accidente y quizá sea una de las explicaciones del incremento continuado de la accidentabilidad en las carreteras convencionales; no se debe pasar por alto que 22 de las 30 muertes durante esta Semana Santa se han producido en este tipo de vías, un vergonzoso 73%.

Estos accidentes se han producido fuera de los días de la operación salida o retorno, se han originado durante los trayectos habituales en el lugar de vacaciones; esta es una de las razones por las que desde hace tiempo se subraya la importancia del factor humano en los accidentes de tráfico y, por ende, la necesidad de trabajar la concienciación y la formación de los diferentes usuarios de la vía.


Retomando los datos publicados por la DGT, y centrándonos en los fallecidos según su grupo de edad, observamos que no ha habido ninguna muerte en la franja de edad de 0 a 14 ni de 15 a 24 años, el resto de grupos de edad representan las 30 víctimas; llama la atención que, si sumamos los fallecidos en la franja de 65 a 74 (3) y de 75 a 85 (5), obtenemos un destacado 27% del total de víctimas cuando el grupo de edad de 65 a 85 representa únicamente el 14,33%* de la totalidad de conductores.


Esta cuestión incide en el debate abierto sobre la conducción de las personas de la tercera edad que, como de todos es sabido, crece día a día: en la actualidad los mayores de 65 años representan el 18% de la población y en 2030 será el 30%**. Este tema se deberá abordar con seriedad y comprensión ya que debemos hacer frente a la necesidad de movilidad de este colectivo y afrontar los problemas que de ello se deriven.


Es por todo lo expuesto que creo que debemos absorber y analizar con perspectiva, tal como indicaba el inicio, la aparición de nuevos elementos que entran en juego: vehículos cada vez más inteligentes, el crecimiento del número de personas mayores con necesidad de una movilidad activa y que se enfrentan a una circulación más compleja, además de los factores de riesgo clásicos. Este nuevo cambio de paradigma debe ser analizado y debemos hacerle frente lo antes posible.


Y ustedes se preguntarán, ¿y el elefante del título?


Pues la respuesta es bien sencilla, me gustaría evitar lo que se vivió en Suiza en los años 80 en relación a la muerte de seis vacas. La preocupación por este hecho fue tanta que el Parlamento abrió una investigación al respecto a causa de la repercusión que podría causar la muerte de estos animales. Durante ese mismo fin de semana, más de 6 personas morían a causa de los accidentes de tráfico, noticia que pasó casi “de puntillas” en los medios de comunicación.


Esta es reacción es la que me gustaría evitar, que al hablar de la Semana Santa de 2018 en nuestras carreteras se recuerde únicamente la muerte de un paquidermo que, sin ánimo de crear controversia, jamás tendría que haber viajado en un camión sino haber estado en su hábitat natural.



*Fuente: Dirección General de Tráfico. Censo conductores 2016
**Fuente: Revista Tráfico
Publicado en la Revista Travesía Nº 45 de 10 de abrirl